Para entender bien cómo nos bronceamos, debemos entender primero cuál es el proceso que sigue la piel cuando está en contacto con el sol.

El primer concepto a tener en cuenta es la melanina. Ésta es el pigmento que se encuentra en algunas de nuestras células, responsable del color de nuestra piel, de nuestros ojos y de nuestro pelo a la vez que es la encargada de protegernos de los rayos ultravioletas.

En este sentido pues, la melanina es el pigmento que determina el color de nuestra piel y también el que hace que nos bronceemos más o menos. Se tiene que tener en cuenta que con el tiempo, las células pigmentadas acaban perdiendo la melanina volviendo a su color original. Es por eso que, pasados unos meses, acabamos perdiendo el bronceado que hemos adquirido durante el verano.

Científicamente, la melanina que es responsable del bronceado está producida por los melanocitos que están en la piel, concretamente, en la capa basal de la epidermis. Debido a esto, hay personas que producirán más o menos cantidad de melanocitos y se broncearán en consecuencia. Por ejemplo, en las personas albinas no se produce melanina, con lo cual su piel nunca cambiará de color.

Existen diferentes tipos de melanina. Por un lado, encontramos la eumelanina, que es aquella que nos protege de la radiación ultravioleta, la cual se activa de manera automática cuando nos exponemos al sol. La feomelanina, por su parte, es la encargada de dar un color rosado a diferentes partes del cuerpo, por ejemplo, los labios.

Otra de las cosas que también debemos tener en cuenta, es la diferencia de rayos UV, de los que podemos encontrar de tipo A y de tipo B. Los primeros son los que provocan que la melanina sea más oscura y, por lo tanto, los que broncean la piel. Los segundos, por su parte, son aquellos que estimulan los melanocitos para producir melanina ya que, cuando la piel está en contacto con los rayous UV éstos destruyen parte del ADN celular y, con ello, parte de la melanina. Por lo tanto, debemos tener claro que, cuanta más melanina tengamos en el organismo, más morena será nuestra piel.

A raíz de esto, podremos entender cómo funciona el proceso de bronceado en la piel. Una vez empezada la producción de melanina, los melanocitos se activan y empiezan a producir más melanina, lo que provoca que a las 36 o 48 horas la piel se broncee. Este es uno de los motivos  por los que las 24 primeras horas son las más peligrosas, ya que las células no han tenido tiempo de producir toda la melanina. Por el contrario, cuándo se ha tomado mucho el sol y la piel ya está bronceada, no existen riesgos de quemaduras o de destrucción de células. De este modo, debemos de dar tiempo a las células a completar el 100% de la producción de melanina, bronceándonos progresivamente y protegiendo la piel con cremas solares. 

Para conseguir un bronceado más rápido apunta estos trucos:

– Es mejor empezar con pequeñas exposiciones al sol de una manera más regular.

– Tomar carotenoides. Algunos alimentos son especialmente ricos en este tipo de pigmentos cómo las zanahorias, las sandías, el tomate o las frambuesas.

– Tomar aminoácidos. Éstos estimulan la eumelanina y la feomelanina, por lo que mejoraran la producción de melanina y estimularan el bronceado. Los aminoácidos se encuentran, principalmente, en lácteos, arroz y maíz.

– Vitamina D. Ésta es fundamental para el buen funcionamiento de la salud de la piel y de la función celular. Ésta vitamina se produce cuando nos exponemos a la luz solar. Podemos encontrarla en alimentos como el atún.

– Vitamina E. Esta vitamina ayuda a hidratar la piel y repara los efectos negativos de los rayos solares en la piel. La vitamina E puede encontrarse en alimentos como las nueces.