Es sabido en el mundo de la belleza y la estética que el colágeno está siendo utilizado para mejorar la apariencia de nuestra piel.

Pero, ¿qué es exactamente? El colágeno es una proteína que supone más del 25% del total de las proteínas que forman parte del organismo de los mamíferos, y es por ello que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es la proteína más importante de nuestro cuerpo. Quizás la función más importante que tiene el colágeno sea la creación de fibras muy resistentes y flexibles llamadas fibras colágenas, las cuales forman parte de numerosos tejidos en nuestro cuerpo (articulaciones, huesos, piel, músculos y tendones), aportándoles sus propiedades.

Con el paso del tiempo, concretamente a partir de los 30 años, el colágeno del que disponemos va disminuyendo, bajando de forma considerable sus niveles en nuestro organismo.

El que se baje de forma natural la producción de dicha proteína repercute principalmente en la aparición de arrugas, la flacidez, la debilidad de uñas y dientes y la reducción de movilidad en ciertas articulaciones.

Suministrar colágeno de forma externa a nuestra propia producción se puede hacer de múltiples maneras, aunque cabe destacar la necesaria supervisión de un experto, garantizando así la seguridad del tratamiento. Algunas de las vías en las que se puede recuperar el colágeno perdido son: aplicado en inyecciones, en ampollas o hidrofilizados preparados para ingerirlos por vía oral que se pueden encontrar con facilidad en farmacias o parafarmacias.

Tras conocer que es el colágeno y sus formas de administración es bueno también conocer los pros y los contras de esta substancia.

Beneficios que nos puede aportar el colágeno:

– En estética: Se utiliza mediante inyectables reduciendo las arrugas y aumentando el volumen de los labios. Este tratamiento suaviza la piel proporcionando un aspecto más juvenil, prácticamente sin necesidad de periodo de recuperación. Se trata de un procedimiento no quirúrgico que se puede realizar sin que interfiera en las actividades diarias.
Aunque es bueno saber que una aplicación excesiva o realizada por manos inexpertas puede producir inmovilidad o falta de expresión en el rostro.
– Como substancia reparadora se utiliza para menguar los síntomas de enfermedades inflamatorias como la artritis o el reuma. Su aplicación disminuye el dolor y ayuda a ganar cierta movilidad en las articulaciones de las personas afectadas.
– En el fortalecimiento de huesos y uñas se recomienda a personas que suelen tener uñas quebradizas o problemas de degeneración en los huesos como es el caso de la osteoporosis.

Aunque sus beneficios son evidentes es bueno recordar también la imperiosa necesidad de tener un buen control en la ingesta o aplicación del colágeno ya que las consecuencias de un consumo excesivo, pueden ser, entre otras, náuseas, vómitos, reacciones alérgicas y/o problemas digestivos.

Estamos ya muy cerca del nuevo año, el 2016. En algunos trabajos o estudios se acerca también una sobrecarga de trabajo y cuotas de estrés extra por el cierre de año.

Nuestra vida diaria, en ocasiones, nos exige mucho. Las constantes tensiones y exigencias en el trabajo, los estudios, las responsabilidades en la casa… provocan unos niveles de estrés que pueden repercutir en nuestra calidad de vida.
Cuando somos conscientes de ello y queremos poner solución, es bueno pensar que no siempre las soluciones son externas y químicas, es decir, complementos vitamínicos o tónicos que prometen aumentar nuestra energía; más bien la clave está en tener una buena alimentación y unos hábitos saludables.

En estos momentos de exigencia personal son varios los coach en nutrición que señalan la importancia de tomar consciencia más que nunca en nuestra alimentación. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el cerebro es el único órgano del cuerpo que es azúcar dependiente. Sus funciones se activan y se mantienen cuando tenemos adecuados niveles de azúcar, pero hay que saber que cuando se consumen grandes dosis de dicha sustancia se produce un falso estado de alerta que no suele durar más de 20 minutos, pasando posteriormente a sentir una profunda fatiga.

Aunque pueda suponer un gran esfuerzo, habría que hacer todo lo posible por reducir o, mejor aún, eliminar el azúcar de la alimentación diaria. Evitando así el deseo de estar comiendo a toda hora, puesto que cuanto más dulces consume una persona, mayor necesidad siente de comer otros alimentos azucarados, provocando en ocasiones grandes dosis de ansiedad.

Otra de las recomendaciones para combatir el estrés es conocer y aplicar en nuestra vida algunos de los grandes fundamentos del slow food, ¿lo conocéis?

Este movimiento convertido en asociación con repercusión en todo el mundo, surgió en Italia en 1986, como réplica a la tendencia fast food (comida rápida). Las personas implicadas acordaron que era necesario promover la lentitud en la comida, los productos naturales, las recetas locales, así como el deleite en el sentido del gusto, el comer sin impaciencia.

Aplicándolo a nuestro día a día significa comer con consciencia y atención, deteniendo todas nuestras actividades, cocinando de la manera más adecuada los alimentos y valorando en especial la calidad de las materias primas. Entre los principales beneficios, de esta manera de vivir y disfrutar de la alimentación, el combatir el estrés y la ansiedad es quizás uno de los más importantes.

Aún sabiendo que muchos tenemos y vivimos con prisa, que nuestra vida es un ajetreo constante y es difícil detenernos, deberíamos parar y disfrutar de nuestras comidas, el esfuerzo merecerá mucho la pena y, que mejor, que empezar un nuevo año con unos hábitos que nos ayudarán a vivir de una forma más feliz y consciente.

Si acabas de ser mamá y ves que tu cuerpo y tu aspecto no tienen nada que ver con lo que eran, no te preocupes. Hoy te traemos algunos trucos para que, con un poco de esfuerzo y una actitud positiva, puedas volver a tener tu aspecto habitual.

Los primeros días… Justo después de tener a tu bebé puedes usar una faja postparto un par de horas cada día. Éstas ayudan a modelar el cuerpo y a perder peso pero, lo más importante, es que te van a ayudar a sentirte segura acomodando tus órganos y manteniendo tu piel firme sin que se mantenga suelta..

A las dos semanas… Pasado un tiempo moderado al parto, puedes empezar a hacer ejercicio. Os recomendamos los “Ejercicios de Kegel” que consisten en hacer una repetición de movimientos hasta 10 veces: solamente tienes que relajarte, contraer los músculos de la vagina durante tres segundos y luego aflojar. Ah! Y recuerda de no hacer presión ni en el estómago ni en la espalda.

El mejor momento para empezar una rutina de ejercicios un poco más dinámicos después del parto varía mucho de una mujer a otra. Muchos obstetras sugieren esperar de cuatro a seis semanas después del nacimiento del bebé.
En este momento y , tras la supervisión médica, ya puedes añadirle a tu rutina física unos ejercicios más potentes como abdominales, flexiones y/o entrenamientos fitness.

Con constancia conseguirás que tu figura vuelva poco a poco a lo que era antes. Pero no debemos olvidarnos de otros factores físicos que aparecen con la maternidad y que queremos eliminar a toda costa.

Las estrías… Son una alteración de las fibras conjuntivas de la dermis, la capa media de la piel, producidas por la ruptura de las fibras de colágeno y elastina, responsables de dar soporte y sostén a la piel. Con otras palabras, se dan en una membrana muy delicada que tiende a dañarse con mucha facilidad cuando la piel se extiende o se restringe en un corto periodo de tiempo. ¿Qué debes hacer? Empezar a tratarlas en el momento en que salen. ¿Cómo? Usando ropa holgada, bebiendo mucha agua e hidratando la piel con productos específicos de calidad.

La flacidez… La flacidez es la falta de tono muscular en el abdomen y la zona lumbar, acompañado por una falta de elasticidad en la piel. Para combatirla, debes tonificar los músculos y aplicarles una crema reafirmante dos veces al día. En este sentido una de las partes que más sufre durante el embarazo es el pecho. Por ello, en cuanto termines la lactancia, dedica un ratito diario a aplicar productos reafirmantes en esta zona.

La celulitis… Todas las mujeres le tenemos pavor. Avanza en silencio y se intensifica durante el embarazo. ¿Qué hacer? Ante los primeros síntomas debes aplicarte buenos productos anticelulíticos e hidratar la piel constantemente mediante masajes. Ah! E intenta eliminar de tu dieta las grasas saturadas. ¡Notarás la diferencia!

Teniendo en cuenta estos consejos verás, como en poco tiempo, te volverás a reconocer en el espejo.

Hacer deporte se ha puesto de moda. De hecho, en esta época del año cada vez es más la gente que incorpora el deporte en su rutina diaria. Una de las cosas que debemos tener claras cuando empezamos o retomamos una actividad de este tipo, es la aparición de las agujetas.

¿Qué son las agujetas?
Se definen como un fenómeno de dolor o rigidez muscular que se produce un día o dos después de haber practicado actividad física.

¿Por qué tenemos agujetas?
Las agujetas se producen cuando hacemos un esfuerzo al que nuestros músculos no están acostumbrados. Por ejemplo, cuando empezamos un nuevo programa de ejercicios, cuando cambiamos la rutina o modificamos la intensidad y/o la duración de nuestros ejercicios físicos.

¿Cuándo duelen más?
Las agujetas duelen más cuando hacemos movimientos que hacen que el músculo se contraiga con fuerza mientras se alarga. Un ejemplo seria bajar escaleras, correr cuesta abajo o hacer sentadillas.

¿Dónde tenemos agujetas?
Las agujetas pueden darse en todo el cuerpo. Aunque es más probable que se presenten en los grupos musculares grandes como los pectorales, los glúteos, los cuádriceps o las lumbares ya que cuentan con más fibras musculares.

¿Cómo prevenirlas?
Queda demostrado que es imposible prevenir las agujetas, aunque sí que se pueden reducir.

¿Cómo reducirlas?
Podemos reducir notablemente las agujetas haciendo un calentamiento completo antes de empezar a hacer ejercicio; progresando y aumentando de forma gradual el tiempo y la intensidad de los ejercicios; realizando estiramientos suaves después del entrenamiento; tomando mucha agua y siguiendo una alimentación correcta.

Otros consejos…
Podemos complementar estos consejos con masajes musculares, baños de hielo, ejercicios de yoga o algún ejercicio aérobico. En caso de tener dolores fuertes, puede hacerse uso de algún antiinflamatorio como el ibuprofeno, para reducir el dolor.
Aunque apuntad el mejor consejo de todos: descansar y esperar a que vuestro cuerpo se recupere de manera natural. El dolor desaparece entre los tres y los siete días.

Cuando hacemos deporte esperamos sudar. De hecho, nos encanta sudar porqué es sinónimo de ponernos en forma, de estar haciendo ejercicio físico y de quemar grasa. Pues bien, esta premisa no es del todo cierta y todos aquellos que la tengamos interiorizada, debemos pensárnoslo dos veces.

A pesar que sudar está relacionado con quemar grasa y, por lo tanto adelgazar, el hecho de sudar más o menos no implica que se esté quemando una menor o mayor cantidad de grasa.
En los entrenamientos en grupo puede verse como, a pesar que todos parecen haber hecho el mismo entrenamiento durante el mismo período de tiempo, algunas personas han sudado mares, mientras que otras se ven igual que antes de empezar el entrenamiento. Y os preguntaréis… ¿por qué?

Pues bien, la realidad es que no importa la contextura, el tamaño o la condición física de las personas. El sudor es la reacción natural del cuerpo cuando busca refrescarse en aquellos momentos cuando se siente más caliente de lo normal. Al hacer ejercicio, la temperatura corporal sube y el cuerpo da como respuesta inmediata el empezar a sudar. La cantidad de sudor no depende de nada más que de las glándulas sudoríparas que cada uno tiene en el cuerpo: y son tan dispares que pueden oscilar entre los 2 y los 4 millones de glándulas.

Pero hay otros aspectos que influyen a la hora de producir el sudor. Las personas que tienen elementos como el tabaco, el café o el alcohol en su dieta cotidiana suelen sudar en mayores cantidades, mientras que el llevar una alimentación sana, hace que se pueda sudar menos. Los tejidos de la ropa que usamos o la grasa corporal de nuestro cuerpo también afectan a nuestra sudoración.
Sí que es verdad que a la hora de hacer deporte, la intensidad con la que se entrena tiene que ver con la cantidad de sudor. Eso sí que es un hecho: cuanto más esfuerzo, más alta es la temperatura del cuerpo y, por lo tanto, mayor cantidad de sudor existe. ¡Pero tampoco os hagáis ilusiones!

Dicho esto, el sudor solamente es un vago indicador de la cantidad de grasa quemada ya que hay muchos factores que influyen. Por lo tanto, de ahora en adelante, ya no podéis pensar que por sudar más en un entrenamiento estáis quemando más grasa que otro compañero que no haya sudado tanto.

Des de siempre se ha dicho que las plantas contienen muchísimos beneficios. Y, aún más, los germinados, por estar en su fase inicial de crecimiento. En este momento del crecimiento, contienen unas cantidades más concentradas de nutrientes, por lo que se debe consumir menos cantidad de germinados en comparación con sus versiones maduras.
En algunas semillas podemos encontrar mayor contenido de vitaminas: hasta 20 veces más. Algunas incluso más. La vitamina B1, por ejemplo, aumenta un 285% cuando se germina; la B2 un 515% i la B3 un 256%.

Tienen también hasta 100 veces más de enzimas que sus versiones maduras como las frutas o los vegetales frescos. Cuando mezclamos las enzimas con otros alimentos, permiten al cuerpo extraer una mayor cantidad de vitaminas, minerales y otros nutrientes de los propios alimentos que se comen junto a los germinados. Está bien, pues, añadir algún tipo de semillas o frutos secos a nuestros platos.
Cuentan con un mayor contenido de ácidos grasos esenciales y fibra. Por lo tanto, son una solución perfecta para aquellas personas que no obtienen la fibra o las grasas saludables mínimas en su dieta para una salud óptima.

Los germinados tienen una mayor biodisponibilidad de minerales y proteína: es decir que, cuando las semillas empiezan a germinar, minerales como el calcio y el magnesio se unen a las proteínas de la semilla, ambos minerales y la proteína están disponibles para el cuerpo.
Estos no son los únicos beneficios de los brotes: durante el proceso de germinación obtenemos más proteínas y de mayor calidad. Éstos pueden ser pequeños, pero sin duda, están repletos de nutrientes cómo los que hemos visto anteriormente: vitaminas, minerales, antioxidantes y enzimas.

Por eso, es beneficioso usar germinados en las dietas. Aquí unos cuantos ejemplos de alimentos que, seguro, podéis añadir a vuestros platos:
– Alfalfa: contiene vitaminas A, B, C, D, E, F y K
– Semilla de Girasol: contiene grasas saludables, ácidos grasos esenciales y fibra
– Pastos de trigo: contiene vitamina B, C y E y muchos minerales
– Germinados de lentejas: contienen un 26% de proteínas
– Col de Bruselas: contiene el 24% de la cantidad diaria recomendada de vitamina K1 y casi el 130% de la cantidad diaria recomendada de vitamina C

Con todo esto, podemos incrementar los beneficios de nuestra dieta y mejorar nuestra salud con solo complementar los platos con germinados varios.

Con la llegada del otoño, llegan el frío, los abrigos…y los resfriados. Solemos decirnos que ya pasarán o nos tomamos un poco de antibiótico que nos sobró de la última vez. Pero… ¿qué pasaría si llevamos años haciendo lo incorrecto?

Según el Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO), más de la mitad de la población ha usado antibióticos para curar un resfriado o la gripe, a pesar que los provocan los virus y no las bacterias. ¡Exacto! Es correcto usar un antibiótico para erradicar bacterias del cuerpo que nos causan enfermedades, pero nunca para erradicar virus.

¿Qué debemos tomar, pues? Hay miles de opciones que podemos tener en cuenta, aunque quizás sean los productos que podemos encontrar en herbolarios los que más salida tienen. Muchos ya se decantan por productos naturales con efectos antivirales que se puedan encontrar sin prescripción médica en este tipo de tiendas.
El própolis, por ejemplo. Se trata de una sustancia que obtienen las abejas de las plantas y que usan para mantener su colmena desinfectada y libre de bacterias. Se encuentra en pequeñas cantidades entre la miel, por lo que es muy difícil su recolección. Aunque vale la pena ya que es considerado un antibiótico natural por todas las propiedades que posee.
Y no sólo de ahora, ya que su uso es conocido des de muchos años atrás. Los egipcios lo usaban como medicina; los griegos como remedio para las infecciones; los incas para bajar la fiebre y los franceses para tratar llagas.

El própolis contiene más de cincuenta principios activos que son muy beneficiosos para la salud. Es, por ejemplo, antibacteriano, antiinflamatorio, cicatrizante y ligeramente analgésico; tiene propiedades anti fúngicas y antiparasitarias, actúa como inmunoestimulante y mejora la permeabilidad capilar. También contiene propiedades antioxidantes y disminuye los ácidos gástricos.
Por todo ello, no es de extrañar que se trate de un producto bastante caro, tanto por la cantidad de ventajas que nos ofrece como por la dificultad a la hora de recolectarlo. Aunque no desesperéis, ya que se puede encontrar fácilmente en farmacias y herbolarios como cápsulas, comprimidos, jarabes, caramelos…

Ya sabéis… si queréis prevenir o curar un resfriado, antes de optar por un antibiótico, dadle una oportunidad a estos productos naturales.

El yoga es uno de los deportes que, en los últimos años, se ha puesto más de moda. El yoga nos ofrece poder conseguir múltiples objetivos de una forma conjunta, sencilla y natural: perder peso, un cuerpo fuerte, flexible y saludable, una piel suave y brillante, calmar la mente…

Pero… ¿qué pasaría si este deporte lo practicaran nuestros hijos? Pues bien, el yoga para niños puede ser una manera de lo más divertida para que desarrollen su potencial creativo así como su capacidad de superar retos, desde una temprana edad.
Los beneficios en adultos y niños son algo diferentes. En el caso de los niños, con los diferentes ejercicios de yoga aprenden a ejercitar su respiración y a relajarse. De esta manera, empezarán a aprender a hacer frente a situaciones adversas, al estrés y a la falta de concentración. Todos ellos, problemas de lo más habituales en los niños de hoy en día.

El yoga también les ayudará a crear una rutina deportiva en su día a día, llegando a sustituir o a complementar otras actividades deportivas. Muchos padres tienen una consciencia equivocada que el yoga no consiste una actividad física importante cómo pueden serlo otros deportes como el futbol, el baloncesto u otras actividades deportivas extraescolares.
Nada más lejos de la realidad ya que el yoga es una disciplina que enseña a los niños a activar y a estirar su cuerpo, a canalizar su energía, a conectar con su “yo interior” y, a la vez, a reafirmar su autoestima. Podemos afirmar, pues, que los beneficios de este deporte para nuestros hijos son tan físicos como mentales.

En resumen, podríamos decir que físicamente el yoga tiene multitud de beneficios para que los niños crezcan sanos y fuertes: con los diferentes ejercicios y rutinas los niños desarrollan y estiran los músculos, consiguen mejorar la flexibilidad en las articulaciones, mejoran los hábitos posturales de la columna vertebral dañados con la carga de peso diario, masajean sus órganos internos, estimulan la circulación sanguínea y mejoran sus hábitos de respiración. A nivel mental, el practicar yoga les puede ayudar a canalizar su energía física, a armonizar su persona y su carácter, a mejorar su autoestima y a combatir el nivel de estrés infantil, ya que les calma y les relaja.

A muchas de nosotras hay algo que no nos gusta de nuestro cuerpo y hemos deseado cambiarlo o mejorarlo alguna vez. Una nariz torcida, los pechos pequeños, las arrugas, la papada… Pensamos y damos vueltas y nos llegamos a obsesionar, hasta que encontramos una fácil solución: la cirugía estética.
Pero hay que tener en cuenta que, a la hora de tomar una decisión cómo esta, tenemos que pensar muy bien cuáles son las razones por las que vamos a modificar alguna parte de nuestro cuerpo, ya que esto nos puede acarrar consecuencias a corto y largo plazo. Muchas de estas razones son psicológicas.

La sociedad ha creado un estándar de belleza al que todas nos tenemos que parecer para ser “guapas”. Las modelos son perfectas y nosotras queremos ser como ellas. Si pasamos por quirófano por esta razón pueden pasar dos cosas: que nos asemejemos al estándar y quedemos satisfechas o, todo lo contrario. Que no veamos cumplido aquello que anhelábamos y nos sintamos peor que antes. Aquí empiezan los arrepentimientos. Por ello, debemos pensarlo muy bien antes de ir a visitar al cirujano con estas ideas de perfección y belleza, típicas de las revistas y las pasarelas.

También debe de pensarse dos veces si lo estamos haciendo por nuestra pareja. Es muy habitual que, en algún momento, la pareja insinúe que quiere un cambio en nuestro físico, pero el resultado puede ser muy parecido al del caso anterior. Debe tenerse en cuenta que, al retocarnos por petición de alguien, nos estamos convirtiendo en un objeto a su merced. Después de esto, siempre vienen más cambios y más retoques. Cuando queremos a alguien debemos quererlo por cómo es y no por como luce. Además, en caso de no conseguir los resultados esperados, culparíamos siempre a la pareja, ya que sería la persona que nos habría incitado a ello.

A pesar de esto, hay casos en los que, evidentemente, es de lo más válido recurrir a la cirugía estética. Ésta no deja de ser un recurso a nuestro alcance y que está ahí para ayudar en muchos casos. Cuando la cirugía es usada en relación al gusto, es decir, si la cirugía es realmente estética, es perfectamente aceptable. Ahora bien, si el resultado que buscamos es cambiar aspectos de nuestra personalidad, debemos pensarlo bien porqué por muchas veces que pasemos por quirófano, solamente cambiará el exterior.

En definitiva, es importante interiorizar que nadie es perfecto y que no hay una belleza única. Debemos aceptar que todas somos diferentes y bellas por nosotras mismas.

El tortícolis normalmente la asociamos a un movimiento brusco o una mala postura en nuestro cuello, por lo que todos los músculos de la zona se quedan rígidos impidiendo mover la cabeza hacia los lados.

Los síntomas del tortícolis son de lo más evidentes: solamente con notar dolor cervical, un movimiento limitado en la zona del cuello, cefaleas, rigidez en el músculo esternocleidomastoideo o una postura anormal de la cabeza, sabemos que estamos padeciendo torticolis.

Por norma general, esta contracción podemos contraerla de dos maneras. De forma hereditaria, es decir, cuando tenemos antecedentes familiares, o bien, de forma adquirida, que vendría siendo producto de una lesión muscular o de una mala postura.

Ahora bien, el tortícolis podemos adquirirlo también de forma emocional. Siempre se ha dicho que las emociones influyen en el bienestar de nuestro cuerpo, pues bien, en este caso se ha encontrado una relación. Cuando nos cuesta expresar nuestros sentimientos negativos y, por lo tal, los reprimimos, creamos un estrés emocional que se manifiesta de múltiples formas, entre ellas, el tortícolis.

Por ello, debemos intentar evitarlo. En primer lugar, se aconseja tener un cuidado especial a aquellas situaciones que puedan desembocar a malas posturas físicas, como pasar mucho tiempo sentados, usar almohadas altas a la hora de dormir o hacer movimientos bruscos. En cuanto a las emociones se refiere, se aconseja evitar cualquier tipo de situación estresante, como las que puede provocar el exceso de trabajo, las discusiones familiares o los problemas de pareja. En este sentido, practicar técnicas de relajación y ejercicios de estiramientos nos relajará el cuerpo y evitará de forma significativa el peligro.

En caso de padecer ya de tortícolis, uno de los mejores remedios son los masajes localizados y el consumo de calmantes musculares. Ahora que, en los casos más leves, se puede aplicar hielo para reducir la inflamación; tomar aspirinas o ibuprofenos (siempre bajo supervisión médica) para tratar el dolor; mantener la espalda recta para limitar el movimiento del cuello y hasta tomar infusión de romero como antiinflamatorio natural que relajará los músculos y disminuirá la inflamación. En caso que nada de esto funcione, sería bueno acudir a un fisioterapeuta para recibir un masaje que disminuya poco a poco el tortícolis.