A muchas de nosotras hay algo que no nos gusta de nuestro cuerpo y hemos deseado cambiarlo o mejorarlo alguna vez. Una nariz torcida, los pechos pequeños, las arrugas, la papada… Pensamos y damos vueltas y nos llegamos a obsesionar, hasta que encontramos una fácil solución: la cirugía estética.
Pero hay que tener en cuenta que, a la hora de tomar una decisión cómo esta, tenemos que pensar muy bien cuáles son las razones por las que vamos a modificar alguna parte de nuestro cuerpo, ya que esto nos puede acarrar consecuencias a corto y largo plazo. Muchas de estas razones son psicológicas.

La sociedad ha creado un estándar de belleza al que todas nos tenemos que parecer para ser “guapas”. Las modelos son perfectas y nosotras queremos ser como ellas. Si pasamos por quirófano por esta razón pueden pasar dos cosas: que nos asemejemos al estándar y quedemos satisfechas o, todo lo contrario. Que no veamos cumplido aquello que anhelábamos y nos sintamos peor que antes. Aquí empiezan los arrepentimientos. Por ello, debemos pensarlo muy bien antes de ir a visitar al cirujano con estas ideas de perfección y belleza, típicas de las revistas y las pasarelas.

También debe de pensarse dos veces si lo estamos haciendo por nuestra pareja. Es muy habitual que, en algún momento, la pareja insinúe que quiere un cambio en nuestro físico, pero el resultado puede ser muy parecido al del caso anterior. Debe tenerse en cuenta que, al retocarnos por petición de alguien, nos estamos convirtiendo en un objeto a su merced. Después de esto, siempre vienen más cambios y más retoques. Cuando queremos a alguien debemos quererlo por cómo es y no por como luce. Además, en caso de no conseguir los resultados esperados, culparíamos siempre a la pareja, ya que sería la persona que nos habría incitado a ello.

A pesar de esto, hay casos en los que, evidentemente, es de lo más válido recurrir a la cirugía estética. Ésta no deja de ser un recurso a nuestro alcance y que está ahí para ayudar en muchos casos. Cuando la cirugía es usada en relación al gusto, es decir, si la cirugía es realmente estética, es perfectamente aceptable. Ahora bien, si el resultado que buscamos es cambiar aspectos de nuestra personalidad, debemos pensarlo bien porqué por muchas veces que pasemos por quirófano, solamente cambiará el exterior.

En definitiva, es importante interiorizar que nadie es perfecto y que no hay una belleza única. Debemos aceptar que todas somos diferentes y bellas por nosotras mismas.