Todos sabemos que fumar es malo para la salud: provoca cáncer y ennegrece los pulmones. Pero estos no son los únicos inconvenientes del tabaco, ya que también produce mal aliento, tener los dientes amarillentos y envejece la piel de una manera mucho más rápido, entre otros efectos negativos.

Según unos estudios médicos, se ha determinado que una persona que fuma durante 10 años se le envejece la piel lo que correspondería a un envejecimiento de 2 años y medio más que una persona no fumadora y a lo largo de tiempo, se verá visiblemente mucho más demacrada y en mal estado por lo que fumar, no solamente es malo para la salud, sino que también lo es para el aspecto físico.

Este envejecimiento es debido a que el tabaco provoca un alentamiento en la circulación sanguínea de los tejidos por lo que, la piel pierde elasticidad cosa que influye negativamente en la capacidad de conservación de ésta. Esta reducción de la circulación provoca una acentuación de las arrugas de la persona fumadora y su rostro se muestra más demacrado y mal cuidado debido al tono grisáceo que adquiere la piel a causa de este hecho.

La SEME (Sociedad Española de Medicina Estética) dice que en el momento que el sujeto deja de fumar, este efecto se revierte, aunque no totalmente, debido a que permite la libre circulación de sangre y puede oxigenar nuevamente estas células que se han convertido en grisáceas para que consiga que vuelva a lucir un poco mejor aunque debemos tener claro que nunca volveremos a tener la piel como cualquier persona que no ha fumado nunca.

Esta misma organización ha concluido que un 60% de los fumadores habituales toman la decisión de dejar este hábito tóxico por motivos, nada más y nada menos que estéticos ya que notan un degradado en su apariencia ya sea en los dientes, la piel, en el cabello… Así que muchos profesionales ofrecen ayuda para que estos fumadores que desean dejar de fumar de una vez por todas, puedan dejarlo sin que les produzca ansiedad. El 40% restante lo deja por motivos de salud así como problemas respiratorios o cancerígenos.