Cada estación del año tiene sus própias características que condicionan nuestra actividad, horarios y hábitos. Realizar pequeños cambios dietéticos y de actividad, adaptándonos a ellas es una buena idea.

En primavera hay pequeños cambios que podemos hacer y que exponemos a continuación:

Disminución de la energía

En primavera aumenta ligeramente la temperatura ambiental y por ello los requerimientos energéticos descienden a nivel corporal. Para reducir calorías en la dieta, que ya dejan de ser tan necesarias, sería bueno reducir las cantidades de pasta, legumbres o arroz. Substituyéndolas por sus versiones integrales que además de aportarnos más fibra y sensación de saciedad son más nutritivas.

El ánimo arriba

En esta estación es bien sabido que el ánimo se puede ver alterado y por ello es importante que no nos falten los nutrientes relacionados con la síntesis de serotonina: las proteínas, la vitamina B6 y el magnesio. En la dieta mediterránea tenemos muchos alimentos que aportan precisamente estos nutrientes como son los guisantes, los espárragos o el germen de trigo, que nos aportan la vitamina B6 o los frutos secos, los plátanos y el cacao que contienen magnesio.

El hierro

Son muchos los estudios que revelan que en primavera notamos cierta sensación de cansancio, la conocida astenia primaveral. Y esto puede ser debido, entre otros factores, a una insuficiente ingestión de hierro. Es de especial importancia tenerlo en cuenta sobretodo en mujeres, ya que en esta época se suelen empezar dietas, que si no están supervisadas por un profesional, pueden significar carencias y desequilibrios nutricionales importantes. El hierro lo encontramos en el marisco, las legumbres, los huevos y la carne.

Proteger nuestra piel

En primavera aumentan las horas de exposición solar y nuestro organismo aumentará de forma natural la vitamina D. Hemos de proteger nuestra piel tomando vitamina C y provitamina A, presente sobretodo en frutas y verduras.

Más hidratadas

Durante todo el año es necesario hidratarse bebiendo agua, es algo más importante de lo que nos podemos imaginar. Y lógicamente con el aumento de la temperatura se debería beber aún más. En ocasiones beberemos por la sensación de sed pero por lo general sería adecuado no esperar a que apareciera está sensación, tendríamos que beber de forma consciente durante el día al menos dos litros de agua.

 Disfrutar del aire libre

Algo que nos aporta bienestar emocional nos aporta también bienestar físico. Recuperar el contacto con la naturaleza, realizar actividades al aire libre sean o no deportivas nos ayudará a sentirnos mejor en nuestra globalidad.