Estudios dermatológicos revelan que los seres microscópicos que habitan en nuestro organismo trabajan también para lograr una piel equilibrada. La cosmética probiótica asegura que estos microorganismos vivos pueden garantizar una dermis sana fomentando además la renovación celular.

Desde los tiempos de Cleopatra se ha utilizado los baños de leche y las mascarillas de yogur para lograr una piel suave y luminosa. Cuando se usaban estos trucos de cosmética milenarios ya se intuía que la acción de los microorganismos vivos y las proteínas tienen la capacidad de favorecer los procesos de regeneración de la piel.

Conocemos las ventajas de complementar la dieta con probióticos, que en general son bacterias como el lactobacillus o cepas de levaduras que provienen de alimentos fermentados como el yogur, el kéfir, el té kombucha, o incluso el chucrut. Su acción principal al ser ingeridos es equilibrar la flora intestinal aunque también ayudan en la digestión y desinflaman el vientre.

Hoy en día la ciencia ha recuperado los secretos de belleza ancestrales exponiendo con gran aceptación la cosmética probiótica. Productos de cosmetología que incluyen en sus componentes microorganismos que pueden mejorar síntomas del acné o la rosácea y que llegan a retrasar los signos de envejecimiento dérmico.

En la Universidad Estatal de Washington, Carlolyn Bohach ha dirigido un estudio en el que se descubrió que en nuestro organismo tenemos hasta diez veces más bacterias que células. La industria de la cosmética ha usado este gran potencial para crear alianzas con las bacterias naturales encargadas de la salud de la piel.

El uso más extendido de este tipo de tratamiento, en un principio, fue en la mejora de los síntomas de personas que padecen dermatitis atópica, acné, psoriasis o rosácea ya que todas estas afecciones tienen en común que producen inflamacion de los tejidos. Para lograr beneficios en este terreno es necesario el equilibrio de los microbios que vigilan los correctos niveles de bacterias buenas, las cuales encargan de eliminar a las malas, responsables de la inflamación.

Tras observar los exitosos resultados se ha extendido a la cosmética antiage. Se ha demostrado que mejorando el ecosistema de la piel se mejoran otros aspectos como el metabolismo, la oxigenación y en consecuencia aumenta la producción de colágeno y elastina en la capa dérmica, manteniendo la firmeza y la luminosidad.

En la alimentación encontramos los probióticos en multitud de productos y se suelen etiquetar de forma clara para informar a los consumidores de sus múltiples beneficios. En cosmética son varias las marcas importantes que están apostando por cristalizar las proteínas que estos microorganismos producen e incluirla en las cremas y derivados, ya que de esta forma, no es necesaria la refrigeración continua.

Estar informado de estos avances nos permite conocer más a fondo el interesante mundo de la cosmetología, saber cuáles pueden ser los componentes de nuestros tratamientos  y encontrar aquellos productos que más se ajustarán a nuestras necesidades.